lunes, 10 de agosto de 2009

Ser cretino de profesión

Así como les enseñan a sus alumnos o pupilos a ser cretinos, ellos mismos se encargan de que su amargura sea de tal manera incorporada en la vida de miles de jóvenes anualmente, que logran transferir al estado nacional una incalculable dosis de resentimiento contra todo lo que no sea de su color que no es justamente el color esperanza.
Vale decir, que esta troupe de religiosos mojigatos de corazón endurecido por no poder expresar libremente su amor sexuado hacia una mujer, u hombre (digo en el caso de las religiosas) nos otorgan un déficit de cariño al país en camadas anuales de muchachos y chicas angustiados por no poder hablar de los abusos sufridos durante su estancia escolar, lo que luego transfieren a todo lo que sea autoridad, y sobre todo se manifiesta cuando los propagadores de su malestar incitan sus nervios acusando de un fantasioso setentismo a personas que simplemente han hecho algo por los pobres, los mismos que ellos mismos dicen causarles vergüenza y sin embargo provocaron a esa pobreza con sus recetas y acciones religiosas de granero.
Básicamente, los arzobispos y curas chupamedias cómplices con los medios de información y la clase oligárquica argentina, hoy se cagan en los pobres poniéndolos de por medio al ver que la miseria que predican desde los púlpitos y los propios diarios y telenoticiosos no es sino la misma que generan con sus conductas inflacionarias de los chupahostias y cagadiablos de los falsos empresarios argentinos, que no reciben inversiones extranjeras no por ser este un país fiscalmente inadecuado, sino por la corrupción de sus sindicatos y empresarios vendepatria.

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