Pero fuera de toda polémica sobre veracidades, una teórica, la otra revelada, pero ambas sin un sustento concreto particular. Ambos grupos se debaten por la veracidad de sus parámetros, por la realidad de sus tiempos, por la autenticidad de sus pruebas y lo peor del caso es que ambas se manifiestan exactas.
La realidad ha demostrado que tanto uno como otro han destruído por completo la credibilidad de la ciencia y la racionalidad de la religión, ambas instituciones que en mutua guerra, no consiguen sacarse ventaja ya que lo que lograrían unidas lo destruyen en sus constantes desvalorizaciones, atrayendo aquellas mentes perversas, tecnócratas, teócratas, incapaces de gobernar una en el modernismo y posmodernismo, y la otra en la antigüedad y medioevo.
Es decir, parece que buscan insansablemente mantener al hombre en la ignorancia sobre su existencia, sobre su forma de ser. La filosofía en tanto intenta despegarse, no logra ya dar con una razón sino con un confuso mundo de conceptos que en realidad ni su creador entiende, o cree.
Entonces, qué hacer. Crea. Puede no hacerlo, pero será víctima de quien tenga la sartén por el mango en este momento. Por lo tanto, debe creer para ser libre. Y creer implica sinceridad y un corazón dispuesto a indagar aún en aquello que uno crea. Por lo tanto espero que sepa creer.
Yo creo, y si no fuera por mi creencia, por mi fe que no es mía en absoluto, y por lo tanto puedo estudiar, profundizar y sobre todo cuestionar. Aún más, el mismo que me ha dado la fe para creer me pide que le cuestione, le pregunte, indague, dude y ahonde en ella.
¿Su creencia, le permite eso? ¿Al punto de llegar a tener que modificar radicalmente su visión?
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