Vale decir, que esta troupe de religiosos mojigatos de corazón endurecido por no poder expresar libremente su amor sexuado hacia una mujer, u hombre (digo en el caso de las religiosas) nos otorgan un déficit de cariño al país en camadas anuales de muchachos y chicas angustiados por no poder hablar de los abusos sufridos durante su estancia escolar, lo que luego transfieren a todo lo que sea autoridad, y sobre todo se manifiesta cuando los propagadores de su malestar incitan sus nervios acusando de un fantasioso setentismo a personas que simplemente han hecho algo por los pobres, los mismos que ellos mismos dicen causarles vergüenza y sin embargo provocaron a esa pobreza con sus recetas y acciones religiosas de granero.
Básicamente, los arzobispos y curas chupamedias cómplices con los medios de información y la clase oligárquica argentina, hoy se cagan en los pobres poniéndolos de por medio al ver que la miseria que predican desde los púlpitos y los propios diarios y telenoticiosos no es sino la misma que generan con sus conductas inflacionarias de los chupahostias y cagadiablos de los falsos empresarios argentinos, que no reciben inversiones extranjeras no por ser este un país fiscalmente inadecuado, sino por la corrupción de sus sindicatos y empresarios vendepatria.